Domingo 5 de Febrero de 2006
FELIPE ÁLAMOS UNDURRAGA
Siete días de contrastes en Ñuñoa.
El lunes apareció en el primer lugar de un ranking que la ubicó como la comuna capitalina que ostenta el mejor índice de calidad de vida de la capital. Pero también fueron días de reuniones de varios vecinos, que observan con preocupación cómo el actual boom inmobiliario está cambiando, en su opinión, la cara y el espíritu de la comuna.
"En Nuñoa asistimos hoy a una verdadera masacre urbana. Nuestros barrios, que gozaban desde hace décadas de una gran consolidación urbana, están siendo el blanco de agresivas intervenciones inmobiliarias -amparadas por un plan regulador muy permisivo- que están desfigurando irreversiblemente su esencia", aseguran las arquitectas Verónica Adrián y Adriana Araneda, vecinas del conjunto Elías de la Cruz, la única zona patrimonial protegida por el plan regulador de la comuna. "Las torres están transformando nuestro barrio en una isla urbana", denuncian.
Y no son las únicas que reclaman. Vecinos de los sectores pasaje Quirihue y Guillermo Franke (Plaza Sucre) han comenzado a organizarse para hacer sentir su voz. Aunque la tarea no ha sido fácil. "Uno de los problemas ha sido lograr un consenso entre los propietarios para proteger nuestro barrio. Porque, obviamente, las inmobiliarias lanzan ofertas muy tentadoras y cuesta ser fuerte", cuenta el abogado Boris Navia, quien encabeza el movimiento ciudadano en calle Guillermo Franke."En realidad ha sido difícil convencer a la gente. Creo que recién van a tomar conciencia cuando las torres que se están construyendo nos tapen el sol", agrega Mabel Contreras, quien se esfuerza por movilizar a los vecinos del pasaje Quirihue.
Dirigentes de los tres sectores ya han establecido los primeros nexos, para coordinar acciones. Lo fundamental, coinciden, es lograr cambios en el plan regulador. "De lo que no se han dado cuenta la municipalidad y las inmobiliarias es que con la actual normativa se está matando el mismo producto que se quiere vender: tranquilidad, vida de barrio y vegetación. No se trata de que nunca más se pueda construir en altura en Ñuñoa, sino que las cosas se hagan bien", afirma el arquitecto José Piga.
Lo que pasa, dicen Verónica Adrián y Adriana Araneda, es que el tema va más allá de la indudable pérdida de casas de alto valor arquitectónico. "Se está destruyendo la esencia misma de Ñuñoa. El concepto de vivienda de gran altura aparece como un contrasentido respecto del tejido urbano dominante, de fachada continua y baja altura. Estos edificios son entidades que se suman, pero no se integran a los barrios".Además, aseguran que se está aumentando brutalmente la densidad de la comuna, "sin existir la capacidad para absorber esta nueva demanda poblacional en equipamientos, redes urbanas y áreas verdes".
Las soluciones ¿Qué hacer?
Dicen los críticos que se debe actuar responsablemente pero con firmeza. "No estamos frente a construcciones ilegales. Estos proyectos se enmarcan dentro de la normativa vigente y hay poco y nada que hacer contra los permisos ya otorgados. Pero sí se pueden pedir cambios en el plan regulador que eviten que esta destrucción siga. Creo que llegó el momento en que autoridades municipales y ciudadanos debemos sentarnos a conversar y pensar qué imagen de comuna queremos", sostiene José Piga.
El municipio dice estar abierto al diálogo. "No estamos cerrados a que los vecinos nos pidan mayor protección patrimonial a través de cambios al plan regulador o mediante nuestro respaldo a la presentación de nuevas zonas típicas ante el Consejo de Monumentos Nacionales. Pero nos parece que hacerlo nosotros como municipio, de manera unilateral, cae incluso en lo inconstitucional, al afectarse el derecho de propiedad, pues ciertamente a través de estas declaratorias de cierta manera se limita que los vecinos dispongan libremente de sus bienes", señala Carlos Frías, director de Obras de la Municipalidad de Ñuñoa. Dice que el mecanismo lógico sería que los propietarios interesados en que se protejan sus viviendas o conjuntos de viviendas presenten una solicitud formal ante la municipalidad.
"Es fácil exigir que se proteja un lugar o entorno, cuando los efectos pecuniarios de la restricción no recaerán sobre uno. Porque, ¿cómo podemos exigirle nosotros, por ejemplo, a un matrimonio de ancianos en mala situación económica que no venda su casa a una inmobiliaria?".
Señala el funcionario que en la Municipalidad de Ñuñoa no están indiferentes frente al tema patrimonial y que por eso ha colaborado en múltiples estudios y que conflictos como los que han empezado a surgir son una oportunidad para avanzar. "Por eso pedimos a los vecinos que se acerquen y presenten sus inquietudes. Pero no vamos a salir a gravar sus propiedades si esta petición no viene desde ellos mismos".
Pero mientras no se hagan cambios al plan regulador, dicen los críticos, se debe buscar alguna manera de enmendar el rumbo. "Por eso somos partidarios de que en ciertos sectores de esa comuna se aplique el artículo 117º de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, que establece el congelamiento de permisos de construcción hasta por un año, para que se inicien los estudios respectivos con la comunidad organizada a fin de evitar la destrucción de barrios consolidados", señala Patricio Herman, presidente de la Agrupación Defendamos la Ciudad.
Humberto Eliash -arquitecto que realizó junto a Sur Plan un estudio para el Minvu sobre el patrimonio de la comuna- coincide y señala que "mientras se discuten medidas compensatorias para los vecinos que se verían afectados por una menor constructibilidad en sus terrenos, lo mejor sería congelar los permisos".
Y agrega: "Ñuñoa se encuentra en un momento clave, en el cual todavía puede revertir la situación, lo que no ha pasado en San Miguel, que ya pasó el límite y ha perdido la mayor parte de su patrimonio. Hay que actuar".
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