03 enero 2008

Otro chanchullo más del ex ministro Ravinet…


El Mostrador

3 de Enero del 2007

Práctica recurrente en Santiago centro
Contraloría pone lápida a resquicio de inmobiliarias para viviendas sociales...
por Claudia Urquieta Chavarría

A vista y paciencia del Minvu, empresas aprovecharon un mecanismo que les permitió construir edificios bajo esta calificación, lo que representó un excelente negocio: diseñaban torres ''normales'', con menos estacionamientos que los exigidos regularmente, obteniendo ventajas tributarias y vendiendo a precios para nada sociales.

Cientos de habitantes de la comuna de Santiago viven en viviendas sociales. Lo paradójico, es que lo desconocen. Los que obviamente sí lo saben son las inmobiliarias encargadas de la construcción de los edificios y, en base a un resquicio legal, hicieron posible un lucrativo negocio y sin mayor esfuerzo se dedicaron a construir viviendas sociales, eso sí que a precios "normales".

El vacío en el que se ampararon se produjo gracias a una modificación realizada en junio de 2001, cuando el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), a cuya cabeza se encontraba Jaime Ravinet (DC), modificó la definición de "vivienda social" asociada a "vivienda económica" en la Ordenanza General de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, con la eliminación -vía decreto- de la expresión "vivienda destinada a resolver los problemas de la marginalidad habitacional", que además aumentó su valor de tasación máximo de 400 UF a 520 UF.

De esta forma, se construyeron torres en el centro de la ciudad bajo la modalidad de "vivienda social" que liberaron a los titulares de los proyectos de construir los estacionamientos para los vehículos exigidos por la regulación del Plan Regulador de la Municipalidad de Santiago y, además, les permitieron obtener ventajas tributarias.

Sin embargo, en la práctica las construcciones no tenían nada de sociales, salvo el reducido tamaño -que llega incluso a los 26 m2- y su valor de tasación, que no superaba las UF 520 mínimas para caer dentro de esta categoría, aunque luego eran vendidas por valores que oscilaban entre UF 800 y UF 2000, lo que deja en claro que su destino no era precisamente resolver los problemas de marginalidad habitacional.

Responsabilidad del Minvu
Los dardos de quienes denunciaron la situación –la Fundación Defendamos la Ciudad y el senador Nelson Ávila (PRSD)- apuntan al Minvu, al que señalan como responsable de considerar como viviendas sociales inmuebles que en definitiva no lo son. Y paralelamente de ejercer presiones sobre las Direcciones de Obras Municipales de Santiago.

No es menor que el propio alcalde de Santiago, Raúl Alcaíno, enviara una carta a la ministra de Vivienda y Urbanismo, Patricia Poblete, en mayo de 2007, donde se refería al incremento experimentado en la construcción de condominios de "viviendas sociales" -que a su parecer deterioraban la calidad de vida de los habitantes-.

Además, destacó que frente a las exigencias de la Dirección de Obras Municipales para certificar la calidad de vivienda social de diversas construcciones, la División de Desarrollo Urbano del Minvu había sido "enfática" en sus instrucciones, subrayando la necesidad de atenerse "estrictamente a las disposiciones y procedimientos establecidos en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, respecto de dicha certificación; debiendo a petición del interesado certificar tal calidad en cualquier momento de tramitación de un proyecto".

Por otra parte, el edil aseguraba que las modificaciones realizadas a la Ordenanza General, "otorgan mayor flexibilidad a los proyectos inmobiliarios para construir unidades habitacionales extremadamente pequeñas, incentivando finalmente a un desmesurado aumento de las densidades".

El freno de la Contraloría Frente a la situación, denunciada a la Contraloría por Ávila y Defendamos la Ciudad, ésta se pronunció a su favor el pasado 21 de diciembre, explicando que al precisarse la categoría especial denominada "vivienda social", se buscaba afrontar los problemas habitacionales que padecen los sectores más desposeídos de la población, labor asignada al Minvu, que "debe exigir el cumplimiento de todos y cada uno de los requisitos que la ley exige para considerar una vivienda como social, entre ellos que esté destinada a la solución de la marginalidad habitacional".

En este sentido, detalló que la modificación legal que omite considerar la función que debe cumplir la vivienda social, en cuanto a la marginalidad habitacional, "no ha tenido la virtud de eliminar dicho requisito".

Por otra parte, el documento detalla los requisitos para certificar que un inmueble pueda ser calificado como vivienda social, entre los que se cuentan justamente que esté destinado a resolver los problemas de marginalidad habitacional y que su valor de tasación no sea superior a 400 UF, salvo que se trate de condominios de viviendas sociales, en cuyo caso podrá incrementarse hasta en 30% (520 UF).

En este sentido, la Contraloría especificó que "los directores de obras deberán constatar el cumplimiento de todos y cada uno de los requisitos mencionados en el cuerpo de este oficio para certificar la circunstancia de que un determinado inmueble tiene el carácter de vivienda social…Lo expuesto será aplicable a todas las actuaciones efectuadas desde la fecha de este pronunciamiento a objeto de que no sean afectados derechos adquiridos".

01 enero 2008

EL APARATO AUTORITARIO...si lo dice uno de los fundadores de la concertación, qué nos queda?







14 de Diciembre del 2007
Esteban Valenzuela Van Treek,

Diputado ex PPD, Chile Primero-Rancagua

Se creen el Estado, como el Rey Sol.
Recuerdan la Junta Militar de los martes,
pero se reúnen los lunes,
con el humor negro del Almirante Merino.
El aparato habla de ciudadanía, pero ama el control.
Teme la elección de los gobiernos regionales,
tiene pesadillas con el federalismo.
Convirtió el arco iris en un claroscuro,
olvidó el ideal democrático de la dispersión del poder.
Reconocía en dictadura que había “duros” y “blandos”,
en democracia detestan a “díscolos”, “críticos” y “disidentes”.
El que se aparta recibe el epíteto de “derechistas”.
Mientras corren a los cenáculos del poder
no acatan los fallos de la Dirección del Trabajo,
y no se atreven a corregir el modelo
de la desigualdad estructural.
Tienen listas para todos los cargos.
Les gusta nominar intendentes, seremis, asesores.
Que no se muevan las hojas sin que ellos sepan,
para eso están también las listas negras.
Defienden y admiran el gigante chino.
Se escondieron para no saludar al Dalai Lama,
no conocen de la democracia en Taiwán,
son la real política, cruda y dura.
Ya no hablan de la inscripción automática de los jóvenes,
ni cambiar el binominal.
La calculadora funciona y la ética se disipa.
Gobernaban con las encuestas en la mano,
ahora piensan que están mal hechas,
que el pueblo se equivoca,
que ya volverán los buenos tiempos.
El aparato perdió capacidad de asombro,
no le entran balas, la corrupción “no sería para tanto”,
las pandillas serían un invento.

Los señores del aparato reparten cheques
como si fueran de ellos,
no entiende el mal del clientelismo,
el secuestro del alma nacional.
Olvidaron las palabras autonomía y emprendimiento.
El aparato prometió, pero no creó gobiernos metropolitanos,
y ahora tiene insomnios con el Transantiago.
El aparato quiere hacerlo todo,
ojalá sustituir la sociedad, los municipios,
las regiones, los movimientos.
Confunden lealtad con disciplina ciega,
evaden el verbo discernir,
empieza a incomodarle el parlamento,
ese es un síntoma de una enfermedad degenerativa.
El aparato vive del pasado, no lo atrapa el futuro.
Pero el pasado es débil en la era digital,
y los vientos mueven el agua al fin del mundo.