31 julio 2007

HACIA UNA POLÍTICA INTEGRAL EN TORNO A LA PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO Y CULTURAL EN CHILE*

Cuando una sociedad no es conciente de su patrimonio histórico cultural se torna vulnerable, puesto que no está en condiciones de distinguir entre aquello que constituye un valor irremplazable de su identidad, con lo que le es intrascendente. Situación que le impide a la vez, defender como propias las manifestaciones y expresiones tangibles o intangibles, que conforman y forjan, a través del tiempo, el carácter específico de una comunidad.


Es por ello que, y así lo expresan los tratados universales sobre Derechos Humanos[1], “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”, a los cuales Chile suscribe, y en ese entendido le correspondería a los Estados de las naciones asumir y promover la tarea de velar por el libre acceso de la ciudadanía a la cultura sin exclusiones.

Dentro del contexto mundial de globalización de la economía, la permanencia de las diversidades culturales de los pueblos se ha visto seriamente afectada, siendo mayormente golpeados los países del tercer mundo, cuyas economías y políticas internas, endémicamente interdependientes de las potencias mundiales, han estado impedidos de desarrollar su propia identidad como pueblos y proyecto de país.
Chile no se ha sustraído a ese fenómeno, ya que su cada vez más débil conciencia propia como pueblo ha permitido que estemos hoy viviendo un total desfase entre un bullante crecimiento económico versus una cada vez más deficiente calidad de vida para su población, poniendo a merced del desarrollo de los mercados nuestros más preciados e irreemplazables recursos naturales y culturales, y no dirigiendo tal desarrollo hacia el bien común de la población del país.
Esta constatación, además de dejar en evidencia el fracaso del actual modelo, muestra que nuestro país no posee aún un real discernimiento de lo que desea y anhela para sí. Y es dentro de ese marco que se inscribe la urgente necesidad de fortalecer nuestra conciencia de país, es decir de llegar a definir y calificar aquello que le es propio, determinante y trascendente y que confluye a conformar nuestro carácter e identidad como pueblo, y que de perder parte de ello, significaría restarnos soberanía respecto del concierto actual de globalización de las naciones.
De esta forma, el país necesita con urgencia definir y poner en práctica una política integral en torno a la calificación y preservación de su patrimonio histórico y cultural, el que particularmente en las dos últimas décadas se ha visto gravemente afectado por la alarmante velocidad con que las dinámicas de libre mercado arremeten en contra del medio natural, rural y urbano, sin que en contra parte exista una proporcional, decidida y concertada acción por parte del Estado chileno que regule, planifique y sancione la invaluable e irrecuperable pérdida para el país de lo que constituye su identidad propia.
Es por ello que se hace imperioso, por parte del país detener ya esos procesos depredadores de nuestra identidad, y para lograr esos objetivos, Chile debe dar un paso significativo para construir, fruto de un profundo debate público, un marco legislativo específico que sustente la operabilidad de una política integral de preservación del patrimonio histórico y cultural en Chile.

Dicha política integral debe necesariamente transitar por al menos 3 canales interdependientes y complementarios, que son:

Su puesta en valor
Su clasificación oficial dentro del marco de la ley
Su mantención, preservación y vigencia a través del tiempo

*Extracto de artículo de autoría de Verónica Adrián para aportes a la Comisión de la Cultura y las Artes de la Cámara de Diputados: "Hacia una política integral en torno a la preservación del patrimonio histórico y cultural en Chile."
[1] Artículo 27 número 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

21 julio 2007

ÑUÑOA LANZA UN PLEBISCITO COMUNAL

DISCURSO LANZAMIENTO DE PLEBISCITO COMUNAL PARA FRENAR LA DESTRUCCIÓN URBANA DE ÑUÑOA
14 de julio de 2007





Queridos ñuñoínos y ñuñoínas, queridos vecinos y vecinas, hoy es un día especial para Ñuñoa, hoy celebramos el comienzo de una nueva etapa para nuestra comuna. Invitamos a toda la comunidad ñuñoína a congregarse para salvarla de su destrucción urbana, por la vía de un Plebiscito Comunal.
Nos reunimos hoy en un acto solemne para sellar un compromiso de lealtad con el legado que dejaran en nuestras manos los más señeros arquitectos y urbanistas que ha tenido el país. Aquellos que supieron concebir en forma prodigiosa una concepción humanista de hacer ciudad.
Es por ello que los que aquí habitamos hemos decido tomar a cargo la defensa de nuestros barrios, frente al brutal proceso de destrucción en que se encuentra hoy Ñuñoa, por las permisivas y mercantiles políticas urbanas, que por más de una década nos ha impuesto un alcalde, completamente alejado de la comunidad que debe representar.
Es así como durante el mes de junio, tras un pueril montaje de utilería, el Concejo Municipal de Ñuñoa ha dado fin a la revisión de sólo 80 de las 650 observaciones firmadas por más de 2.600 vecinos de la comunidad organizada de Ñuñoa, a la mal llamada Modificación Integral del Plan Regulador Comunal de Ñuñoa. Ello, luego de un vergonzoso y viciado proceso de sometimiento a la población, pretendiendo así dirimir el destino de los ñuñoínos.
Dicha propuesta, surgida tras una fuerte movilización de la comunidad ñuñoína, en contra del crítico panorama urbano y social en que este alcalde ha sumido a la comuna -lejos de frenar su ya desastrosa destrucción- sólo agrega mayor territorio a la voracidad de las inmobiliarias.
Permitiendo así que se desate a todos los rincones de Ñuñoa un violento proceso de reemplazo de las estructuras urbanas existentes, por edificación en gran altura y consecuente hacinamiento poblacional imponiendo en Ñuñoa un modelo urbano completamente reñido con su historia y tradicional vida de barrio.
Es así como todos pudimos comprobar, en la práctica, la abismal brecha existente entre la ciudadanía y sus representantes políticos, en el juego democrático de la Ñuñoa de hoy.
Las responsabilidades de este verdadero “urbanicidio” recaen en una doctrina de planificación urbana mercantil, que se arrastra desde 1979. En aquel tiempo -mientras el país carecía de un sistema democrático- y planteando que la industria de la construcción debía mover la economía del país, se decretó, que las ciudades se regularían sólo a través de la oferta y la demanda del suelo urbano.
Así es como en Ñuñoa todo estaba preparado para que, con el repunte de la economía, se desencadenara este verdadero maremoto de torres de gran altura sobre las ruinas de lo que fuera calificado recientemente, como la comuna de mejor calidad de vida del país.
¿Cuantas comunas de Santiago han sido flageladas por esta doctrina de mercado?, Providencia, Vitacura, La Reina, Santiago, San Miguel. Hoy es el turno de Ñuñoa, donde una vez más, la comunidad se ve atropellada en sus derechos más elementales, desplazada, hacinada y doblegada por este sistema fáctico, que no tiene en su libreto escuchar al simple ciudadano, el que sin embargo es el que hace carne y alma a las ciudades.
De estos atropellos, y de nuestro amor por nuestros barrios, al igual que en otras comunas de la ciudad, ha surgido en Ñuñoa un germen de rebeldía ciudadana a este destino que se le pretende imponer.
Tras más de un año de intensa lucha por defender la comuna, la Red Ciudadana por Ñuñoa, Juntas de Vecinos, y a un muy honroso, aunque minoritario apoyo desde el Concejo Municipal, la comunidad ñuñoína ha logrado zafarse de la apatía y de la desesperanza.
Este movimiento ha debido suplir, en cierta forma, las funciones que gran parte del gobierno local electo por la ciudadanía, ha dejado de ejercer.
Cuyo ejercicio soberano se expresa en diversas iniciativas, como informar, fiscalizar al gobierno local y debatir colectivamente con la comunidad; de tal forma de construir una mirada crítica y propositiva frente a la grave encrucijada en que está hoy la comuna.
Sin embargo, ante tales evidencias, estas autoridades municipales persisten en su ya autista conducta. Y tampoco parecen evaluar el costo político que esta tendrá ante los próximos comicios municipales del 2008.
Es por ello que la comunidad ñuñoína puede y debe obligar a estas autoridades, que han dejado de representarla, a llamar a un plebiscito comunal, así tengamos que cumplir con las intrincadas exigencias de la ley para obtenerlo.
Ñuñoa debe recuperar ya su dignidad herida, así como los ciudadanos del país deben rebelarse, a que el exitísmo económico siga sustentándose en la desgracia de la mayor parte de su población.
Y es por ello que convocamos a los más diversos sectores de la comunidad ñuñoína, a unirse a este llamado a plebiscito comunal para frenar YA la masacre urbana de los barrios de Ñuñoa.
Esos barrios que hemos venido modelando pausadamente a través de generaciones de ñuñoínos, que son la expresión misma de una cultura laica, humanista y progresista, de una forma solidaria de relacionarse y de vivir en sociedad, en suma, nuestro ideario de ciudad.
No es por nada que desde Ñuñoa han surgido grandes intelectuales, artistas y lideres políticos.
¡Algo tendrán nuestros barrios!, o más bien, algo hicimos de nuestros barrios, para sembrar tanta riqueza humana.
No permitamos que nos destruyan nuestro patrimonio social, cultural y doméstico a cambio de baratija urbana!
Ñuñoíno, ñuñoína, ven a firmar por Ñuñoa, obliguemos al alcalde a convocar a un plebiscito comunal reuniendo el 10% del padrón electoral comunal y ganemos el plebiscito por Ñuñoa!

¡DIGAMOS SÍ A ÑUÑOA
Y NO AL EXTERMINIO DE NUESTROS BARRIOS!

RED CIUDADANA POR ÑUÑOA