13 enero 2007

Ñuñoa debe recuperar ya su dignidad perdida…

En estos días la comunidad ñuñoína está comprobando en la práctica la abismal brecha existente entre la ciudadanía y sus representantes políticos en el juego democrático del Chile de hoy…
Tras un pueril montaje de utilería, el Concejo Municipal de Ñuñoa ha dado fin, este miércoles 17 de enero, a la revisión de la mal llamada “Propuesta de Modificación Integral del Plan Regulador Comunal de Ñuñoa”, luego de un vergonzoso y viciado proceso de sometimiento a la población, pretendiendo así dirimir el destino de los ñuñoínos.
Esta propuesta, que lejos de frenar la ya desastrosa destrucción de la comuna, sólo agrega mayor territorio a la voracidad de las inmobiliarias, desatándose así, hacia todos los rincones de Ñuñoa éste abrupto proceso de reemplazo de las estructuras urbanas existentes, por edificación en altura y caóticas densidades, imponiendo en Ñuñoa un modelo urbano reñido con su pasado y tradicionales barrios a escala humana.
Las responsabilidades de este verdadero “urbanicidio” recaen en una doctrina de planificación urbana mercantil, que se arrastra desde la dictadura, cuando en 1979 se decretara que las ciudades se regularían sólo a través de la oferta y la demanda del suelo urbano, pues la industria de la construcción movía la economía del país. Lógica que se tradujo, desde aquellos años, en planes reguladores comunales permisivos, dejando al libre arbitrio del mercado inmobiliario la tarea de modelar las ciudades del país.
En Ñuñoa todo estaba preparado para que, con el repunte de la economía, se desencadenara este verdadero maremoto de torres de gran altura sobre las ruinas de lo que fuera calificado recientemente, como la comuna de mejor calidad de vida del país, siendo el mismo Pedro Sabat el artífice del PRC de Ñuñoa, mientras fuera alcalde designado por Pinochet, entre los años 87 y 89.
Entonces, si la inercia mecánica de los engranajes de la macroeconomía del país, reposa en forma sustantiva en la industria de la construcción, ¿cuales son objetivamente, las reales prerrogativas hoy de la población urbana, de participar democráticamente en las decisiones sobre el tipo de ciudad que desea para vivir?
Y hoy es el turno de Ñuñoa, donde una vez más, la comunidad se ve atropellada en sus derechos más elementales, desplazada, hacinada y doblegada por las fuerzas de este sistema fáctico, que no tiene en su libreto escuchar el grito desgarrador de los sin voz, de los que hacemos carne y alma las ciudades.
Sin embargo, al igual que en otras localidades del país, ha surgido en Ñuñoa un germen de rebeldía ciudadana a este destino obligado. Tras meses de intensa lucha por defender la comuna, la Red Ciudadana Por Ñuñoa -agrupación transversal de vecinos y organizaciones diversas- ha logrado movilizar y remover de la apatía y de la desesperanza, a importantes porciones de la comunidad ñuñoína, arrogándose el rol que los propios representantes del gobierno local, electos por la ciudadanía, han dejado de ejercer, informando, debatiendo colectivamente con la comunidad y produciendo una mirada crítica y propositiva frente a la grave encrucijada en que está hoy la comuna. Pero, ante tales evidencias, las autoridades municipales persisten en su ya autista conducta. Y tampoco parecen evaluar el costo político que esta tendrá ante los próximos comicios municipales del 2008.
Es por ello que la comunidad ñuñoína debe obligar a estas autoridades, que han dejado de representarla, a llamar a un plebiscito vinculante, tenga ella que cumplir con las intrincadas exigencias de la ley para obtenerlo. Ñuñoa debe recuperar ya su dignidad perdida, así como los ciudadanos del país deben rebelarse, a que el exitísmo económico, siga sustentándose en la desgracia de toda su población.