06 noviembre 2008

¿SUFRAGIO UNIVERSAL, O LA LEGITIMACIÓN DEL PODER POR EL PODER?


En las últimas elecciones municipales, ha quedado al desnudo como nuestra democracia chilena no es más que una mera escenografía de cartón piedra.
El veredicto electoral es uno sólo, dirán todos y es cierto. Pero, ¿Es esta la mejor demostración de que un país goza de un sistema democrático sano, tras el cual se legitima indesmentiblemente la asunción a cargos en la pirámide del poder?
Por ello sería bueno preguntarse en qué condiciones votamos hoy los chilenos.
En primer lugar, habría que examinar cómo surgen aquellas candidaturas que dicen representar a la población que habita los territorios en que se postulan. ¿Provienen acaso desde las problemáticas locales o de la contingencia social, regional o nacional?
¿Son los actuales partidos políticos el reflejo directo de los procesos sociales del país?
¿Nuestra legislación ampara la representación y conformación de nuevos referentes políticos, tendencias sociales o de minorías en el país?
¿Existen garantías de debate público y tribuna para la diversidad de sectores y expresiones políticas del país, incluyendo las nuevas conformaciones sociales minoritarias durante las campañas electorales?
Y, por último, ¿Existe igualdad ante la ley para el financiamiento de campañas políticas?
Las respuestas caen por su propio peso. ¿Quién tendría dudas respecto a este breve examen de salud al marco legal y político en que está hoy nuestra democracia chilena?
Por cuanto, ¿Podemos hoy los chilenos afirmar que votamos en conciencia y en igualdad de condiciones, que se nos garantiza y respeta el acceso igualitario a información electoral, que existe un sistema que vela por la representación de nuevos referentes políticos y sociales, que existe plena participación ciudadana en los procesos de selección de candidaturas?
Es decir, en estas condiciones ¿Es el sufragio universal hoy en Chile la culminación de un proceso democrático interno responsable en el que cada cual, se inclina por la opción que representa mejor el proyecto colectivo con el cual se identifica?
Entonces, ¿Tiene sentido que nuestra legislación obligue a la ciudadanía del país a pronunciarse a través del voto, por uno u otro representante de la política nacional, cuando de toda evidencia en Chile vivimos en un sistema antidemocrático?
Algunas cifras duras expresan la rebeldía en sordina de extensos sectores de la población del país frente a un panorama político cada vez más árido y falto de libertades elementales. En las últimas elecciones municipales, el 17% de los electores se abstuvo y el 8% de los votos fueron nulos o en blanco. Es decir, un 25% de los electores omitió pronunciarse.
Pero lo más preocupante de todo es que el 70% de los jóvenes del país, entre 18 y 30 años, ha decidido marginarse voluntariamente de participar en elecciones populares, supremo acto de democracia para una nación.
Frente a ello, la respuesta es lapidaria. Las nuevas generaciones no creen en el actual sistema político. Son 2 millones de jóvenes los que no votan en Chile.
Es decir que existen hoy en Chile 10 millones de personas en edad de sufragar, y que cerca del 50% se niega, de una u otra forma, a participar en los comicios electorales del país.
Frente a tal escenario de deserción y desencanto nacional, no es temerario afirmar que la asunción a cargos de representación popular hoy en Chile es ilegítima, ya que sólo promueve el poder por el poder.

Verónica Adrián

2 comentarios:

Claudio dijo...

hola, estudio periodismo, hago una crónica sobre las edificaciones en altura y los problemas que causa esto a los vecinos de ñuñoa. Me gustaría ver si puedo entrevistarte sobre el tema.

Rosario Badilla dijo...

Hola Verónica! Estudio periodismo y me interesaría mucho comunicarme contigo,ya que mi proyecto de título lo estoy haciendo un poco sobre los barrios de Ñuñoa. Muchas gracias!! Mi mail es: rosariobadillat@gmail.com