10 julio 2006

GOBIERNO CIUDADANO

Ángel Carcavilla
La Nación Domingo 9 de julio 2006
A Sabat, que por supuesto no vive en Ñuñoa, le importa poco el malestar de quienes no entendemos su paradójica concepción del progreso. Sin embargo, surgió un grupo que no está dispuesto a entregar la historia de sus vidas ni a venderse a las grandes constructoras.


Hace un tiempo aproveché mi columna para dirigirme a Pedro Sabat, el chacal de la picota, como le llamamos en el barrio, y descargarme por las seis grúas que invaden el cielo de mi habitación y los camiones de carga que interrumpen mi siesta. Obviamente, el alcalde, que por supuesto no vive en Ñuñoa, le importa poco el malestar de algunos alienados que, claramente, no entendemos su paradójica concepción del progreso. Sin embargo, algo muy grato ocurrió. Un grupo autodenominado Red Ciudadana de Ñuñoa, que ha demostrado un nivel de organización vecinal absolutamente ejemplar, no está dispuesto a entregar la historia de sus vidas ni a venderse a las grandes constructoras.
La Red Ciudadana, que el alcalde ha calificado como un grupo de “pungas”, es brava y está usando todos los medios para defender su derecho a vivir con calma y salvar una comuna apacible y gentil. Entre los dirigentes vecinales está la arquitecta Verónica Adrián (que vivió en carne propia la devastación, cuando dos inmensas torres en construcción socavaron los cimientos de su casa) lidera este movimiento y nada la atemoriza cuando se trata de escudar sus derechos y el de los miles de vecinos que están en contra de este sacrificio urbano. Una completa red de mails y panfletos informan diariamente sobre todo lo que está pasando, además de protestas masivas, que incluyen velatones y encadenamiento en las rejas de antiguas y emblemáticas mansiones a punto de ser demolidas, como la casa palaciega de Irarrázaval 849, y todo tipo de cánticos y consignas de última generación que cada sábado a las doce del día se estrenan en Plaza Ñuñoa.
Las acciones del movimiento pretenden dejar en evidencia que no es otro que el alcalde Sabat, quien insiste en culpar a la planificación gubernamental, el que promueve la destrucción de Ñuñoa a través de su plan regulador permisivo, el que fomenta la edificación en altura a cualquier costo.
Sabat insiste que no está entre sus planes convertir a Ñuñoa en una comuna de edificios, incluso dijo en Radio Cooperativa que habría que estar enfermo de la cabeza o ser idiota si quisiera edificios. Si hay construcciones en altura, dijo, es porque la ley las permite. Las acciones realizadas por la agrupación han obligado al alcalde a incorporar urgentemente el tema del plan regulador comunal en su agenda, y le exigen el congelamiento inmediato de los permisos de edificación en altura. Seis de los ocho concejales de la comuna comprometieron su palabra y apoyan las demandas de los vecinos. Éstos son: Danae Mlynarz (PS), Pablo Vergara (PPD), Jaime Hales (PDC), Gerardo Monckeberg (UDI), Andrés Zahri (RN) y Claudia Vera (RN).
El alcalde está tan indignado con los “pungas” que están arruinando su proyecto inmobiliario, que hace unos días respondió encolerizado que él no aceptaba presiones, que tenía las facultades legales para resolver qué hacer y que, si era necesario, se pintaría la cara, como dijo Bachelet, para defender su gestión. Me encanta lo que está provocando la Red Ciudadana de Ñuñoa. La fuerza y unidad que ha detonado entre los vecinos. Me imagino que a esto se refería Bachelet cuando anunciaba que este sería un Gobierno ciudadano.

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